lunes, febrero 06, 2006

COMIERON PERDICES


Por excelsa y repugnantemente hermosa el dios se obsesionó con las princesa. Ante sus negativas y rechazos el magnánimo, taciturno pero aún enamorado, prometió venganza. Y la condenó nomás: A llevar aroma a río y prendar de sus ojos brillos matutinos de hadas y seres mágicos (o endemoniados según se mire) y a cargar con la sonrisa espuria de las traidoras. La obligó a beber sorbo a sorbo el néctar q anhelan los animalejos fantásticos y la sentenció a la felicidad eterna. Ella comprendió en ese instante que podría patalear y resistirse pero su destino estaba marcado con letras doradas y reborde en rosa. Alucinaría ser menos bella, menos gentil, menos deseada. Y por las noches agradecería al destino haberle dejado como rastro ultimo de su humanidad, la mortalidad.