lunes, febrero 06, 2006

COMIERON PERDICES


Por excelsa y repugnantemente hermosa el dios se obsesionó con las princesa. Ante sus negativas y rechazos el magnánimo, taciturno pero aún enamorado, prometió venganza. Y la condenó nomás: A llevar aroma a río y prendar de sus ojos brillos matutinos de hadas y seres mágicos (o endemoniados según se mire) y a cargar con la sonrisa espuria de las traidoras. La obligó a beber sorbo a sorbo el néctar q anhelan los animalejos fantásticos y la sentenció a la felicidad eterna. Ella comprendió en ese instante que podría patalear y resistirse pero su destino estaba marcado con letras doradas y reborde en rosa. Alucinaría ser menos bella, menos gentil, menos deseada. Y por las noches agradecería al destino haberle dejado como rastro ultimo de su humanidad, la mortalidad.

3 comentarios:

RODOLFO GAINZA dijo...

Hay ciertos dolores que a menudo nos hacen sentir "condenados a vida".
Afortunadamente, habrá un día en que nos liberarmos de esta existencia tan propensa a sentir dolor, que tenemos algunos, como la princesa.

Un abrazo doloroso de poeta.

Nidesca dijo...

No sé por qué todo esto me suena extrañamente familiar.

De excelente factura, amiga.

Sorbo a sorbo también pataleamos y nos resistimos al destino. ¿Seríamos humanos si no lo hiciésemos?

Besos, Princesa.

Ponto García dijo...

... sorbo a sorbo...
... eternamante mortal ...